En Antioquia, 64 de cada 100 empresas familiares no tienen una junta directiva que les ayude a tomar buenas decisiones.
Así lo revela una investigación de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, en la que se destaca que cuando la empresa familiar tiene Junta, el 88 % la forma con parientes. El 12 % se apoya en personas externas, que son más amigos que asesores independientes.
Con base en una muestra de 377 empresas de familia, la entidad establece que el 97 % de los gerentes pertenece al grupo familiar y apenas un 3 % no lo es. Dentro de los que sí son parientes, un 78 % corresponde a gerentes fundadores.
Para Diana Cecilia Domínguez Arcila, directora del estudio, “las empresas familiares tienen mucho por hacer, no solo en términos de su día a día y la sostenibilidad, sino en el manejo de sus complejidades internas, que es la familia misma que trabaja allí”.
En concepto de la abogada y jefe de Gobierno Corporativo de la Cámara de Comercio de Medellín, muchas de estas empresas toman solas sus decisiones, sin apoyo en terceros que las miren con imparcialidad y sin la pasión que tienen sus creadores. Eso, anota, influye en la elevada tasa de mortandad de estas compañías que, según análisis de la Superintendencia de Sociedades, apenas 30 de cada 100 pasan a la segunda generación.
Para la analista, las empresas familiares deben tener un buen modelo de comunicación y un gobierno corporativo que resuelva la típica pregunta del dueño: ¿sí falto yo, quién tomará las riendas de la organización?
Sus consejos incluyen hacer una buena gestión de procesos, establecer acuerdos de gobernabilidad para que todos sepan qué se puede hacer y qué no y mantener informada al resto de la familia sobre el comportamiento de la unidad productiva.
Para Domínguez Arcila es igualmente importante que en estas compañías se desliguen las finanzas de la familia de las finanzas de la empresa.
Gobierno y familia, aparte
“El mayor problema que veo en estas empresas, es que no separan el gobierno de la familia y el de la empresa”, señala el consultor Ricardo Mejía Cano. Por un lado debe estar la Junta, con miembros independientes. Y por el otro un Consejo de Familia, que maneja los asuntos personales, pero no se inmiscuye en la compañía. Ambos órganos deben estar alineados y sus bondades han sido probadas en organizaciones como Corona, para citar un solo ejemplo.
Según Mejía Cano, las empresas de familia van llegando voluntariamente a esas formas de gobierno corporativo y en muchas ocasiones son los bancos los que les exigen hacer una distinción entre la manera como se gobiernan empresarial y familiarmente.
El consultor ve mayores progresos en las grandes empresas familiares, de 30.000 o 40.000 millones de pesos en activos. Para el común de estas organizaciones su preocupación es el día a día, la supervivencia. Según sus cálculos, “menos del 15 % de las empresas familiares tienen una estrategia”, esa carta de navegación que les permite orientarse hacia el logro de resultados en el corto, mediano y largo plazo.
¿Y cuál es el mayor enemigo de las empresas familiares?
Para el consultor, la gran amenaza es “el conflicto familiar. Lo digo luego de trabajar con expertos en empresas de familia. Eso lo dicen también en Europa empresarios de compañías que tienen 200 o 400 años de haber sido fundadas”.
De ahí que para Mejía Cano sea crucial la figura del Consejo de Familia, como órgano responsable de las normas de convivencia filial. Es decir, se debe tener reglado qué hacer en caso de conflicto, a fin de que los inconvenientes, no afecten la viabilidad de la empresa .
Artículo tomado de: El Colombiano